martes, 31 de agosto de 2010

¿Cuántos civiles murieron en Irak?


Mujer llora la muerte de su hijo de 9 años en Bagdad, Irak.
El plazo formal para el retiro de Irak de las fuerzas de combate estadounidenses vence este martes, en medio de un país todavía sumido en la violencia, sin que los principales partidos se pongan de acuerdo para formar gobierno.
Ante este panorama, nadie sabe a ciencia cierta cuántos han sido los muertos civiles tras la invasión liderada por Estados Unidos en 2003. ¿Y en qué se basan los conteos: en la política o en la ciencia? La disparidad de las cifras es enorme.

La organización de investigación independiente Iraq Body Count ("conteo de muertos en Irak") ha pedido que se haga una investigación judicial profunda sobre el número de personas muertas y heridas en esa invasión.
La cifra más baja hasta el momento es la que dio en 2005 el entonces presidente George W. Bush. "¿Cuántos ciudadanos iraquíes han muerto en esta guerra? Yo diría que 30.000", dijo el mandatario.
En contraste, la estimación más alta es de 2008 y dice que tras la operación liderada por Estados Unidos perdieron la vida más de un millón de iraquíes.
Las diferencias se deben a los distintos períodos de tiempo y las diversas definiciones de muertos en guerra. Pero aún así, las discrepancias son gigantescas.
Al igual que el gobierno de EE.UU., las autoridades iraquíes prefieren citar cifras bajas, como el viceministro de Salud, Amer Al Khuzai, quien dijo que los muertos son "alrededor de 80.000".
Esa es una estimación reducida, en comparación con todas las otras disponibles, sin contar la del ex presidente Bush. ¿Cómo se llegó a esa cifra? Según le dijo Khuzai a la BBC, los muertos se contabilizan en los hospitales, donde se expiden sus certificados de defunción.
clic Retirada de Irak, ¿ahora qué?

Fuera del sistema

Sin embargo, aunque el viceministro se lo negó oficialmente a la BBC, es evidente que muchas personas son enterradas sin que los funcionarios lo notifiquen.
Una cosa es la burocracia y otra la realidad. El médico iraquí Alí Husseini, que vive en Londres, ha visitado Irak dos o tres veces al año desde que comenzó la guerra en 2003.

Para él, las estadísticas no son fiables pues algunos cuerpos nunca llegan al hospital, dado que los familiares o amigos de las víctimas saben que allí no se va a hacer nada por ellas.
Cita como ejemplo áreas como el oeste de Irak, donde sólo las personas que viven allí saben sobre sus muertos, que no aparecerán en ningún registro.
George W.  Bush
Para Bush, los muertos eran 30.000.
Los políticos británicos también usan cifras bajas. Cuando a Tony Blair se le preguntó en enero pasado sobre las muertes de la guerra de Irak en la investigación de Sir John Chilcot, citó dos organizaciones independientes, Iraq Body Count y el Instituto Brookings de EE.UU., cuyas estimaciones son de 106.000 y 112.000, respectivamente.
La cifra de Iraq Body Count ha sido ampliamente citada, no sólo por Blair, sino también por la prensa internacional. ¿Cómo se calcula? Josh Dougherty, investigador de Iraq Body Count, le explicó a la BBC que utilizan varias fuentes: informes de prensa, de organizaciones no gubernamentales, cifras oficiales, informes internos de los gobiernos y toda información "que afecte a las víctimas civiles de alguna manera".
Sin embargo, en su página de internet se aclara que las "deficiencias en el registro y las denuncias indican que las cifras pueden ser mucho más altas". La pregunta es ¿cuánto más altas?
Para Dougherty, si se incluyen los muertos en combate y los no declarados, el número real podría llegar a ser el doble o el triple. Es decir, entre 200.000 y 300.000.
Michael O'Hanlon, del Instituto Brookings, usó técnicas de investigación similares a Irak Body Count y llegó a un número similar de 112.000.

Desde el terreno

La principal crítica a estas mediciones es que se realizan con métodos pasivos, en los que sólo se recopilan datos en lugar de estudiar la situación sobre el terreno, como lo han hecho otros investigadores cuyos resultados son mucho más altos.

Los muertos según...

Iraq Body Count 106.246
Brookings Institute 112.625
Iraq Family Survey 151.000
The Lancet 655.000
Pero para O'Hanlon éstas no son fidedignas pues en el terreno influyen las percepciones de la gente, los recuerdos y los diferentes criterios para considerar quiénes son los familiares, y que por estos obstáculos metodológicos los números resultan "inflados".
Las cifras más altas corresponden a tres mediciones hechas sobre el terreno. Una, de la Universidad Johns Hopkins, publicada en 2006 en la prestigiosa revista The Lancet, estima los muertos en 655.000, tanto producto de la violencia de la invasión como de las malas condiciones sanitarias provocadas por ésta.
El gobierno de George W. Bush y el de Irak rechazaron esa cifra. No obstante, una solicitud de libertad de la información hecha por la BBC concluyó que altos funcionarios del ministerio de Defensa británico creían que el estudio de The Lancet era, en efecto, sólido y realizado en base a buenas prácticas.

Más de un millón

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud publicado en 2008 evita dar cifras concretas, pero sugiere cerca de 400.000 muertos. Y una tercera medición de 2008 realizada por la encuestadora Opinion Research Business, con sede en Londres, arroja más de un millón de muertos.
Francesco Cecchi, de la Escuela de Higiene y Medicina Tropical de Londres, dice que esa cifra es demasiado alta y señala que la gran limitación de esa investigación fue la definición de familia: no queda claro si los encuestados daban información sobre los muertos de propia su casa o los del núcleo familiar más amplio.
Para Cecchi, la cifra se ubica entre los 200.000 y 500.000 muertos.
A pesar de la reticencia de los gobernantes a dar cifras altas, algunas figuras importantes apoyan esos cálculos. Cuando era candidato a presidente de Estados Unidos, John McCain le dijo al presentador David Letterman en una entrevista televisiva que para él los muertos son "cientos de miles".
Muchos investigadores -aunque de ninguna manera todos– coinciden con esa estimación. Pero sigue siendo cierto que la gente suele citar la cifra que refleja no tanto su punto de vista sobre la calidad de la investigación sino, más bien, su visión de la invasión.
Gráfico muertos Irak

martes, 24 de agosto de 2010

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Cerca de un millón de civiles muertos, cinco millones de desplazados y refugiados, un país invadido y destrozado donde miles de personas sufren las secuelas de la utilización de armas prohibidas… Ése es resultado de los siete años de ocupación militar iniciados el 20 de marzo de 2003.
En las islas Azores, George W. Bush, Tony Blair y José María Aznar se tomaban la famosa foto que escenificaba la declaración formal de guerra contra Iraq. Fue una reunión “muy simple y tranquila”, declaró Aznar, años después, con Durão Barroso, primer ministro portugués, como anfitrión.
Aznar no contó con Naciones Unidas ni con el Congreso de los Diputados. La declaración unilateral de guerra y las mentiras que la justificaron abrieron un periodo de movilizaciones sin precedentes en la historia reciente del Estado español.

El entonces presidente del Gobierno buscaba desde hacía tiempo aproximarse al “amigo americano”. Tal para cual, Bush encontró en Aznar el aliado perfecto. El idilio se cerró en una conversación privada el 22 de febrero de 2003 en el rancho de Bush, en Crawford (Texas). Allí hablaron de la invasión a Iraq y de presionar a la ONU para que el Consejo de Seguridad diera su visto bueno en una segunda resolución.
Estas conversaciones fueron conocidas cuatro años después, el 26 de septiembre de 2007. La Casa Blanca no las desmintió, dijo que se trataba de una “conversación privada”. En ella queda claro que Bush iba atacar a Iraq con o sin resolución de la ONU.
Con la guerra, la barbarie se puso en marcha. El Estado español envió 900 militares y tres buques. Los aviones B-52 utilizaban territorio español como base logística y además repostaron en vuelo sobre ciudades como Bilbao, Pamplona y Barcelona. España fue cómplice del uso de armas prohibidas como el uranio empobrecido y las bombas de racimo. Miles de ciudadanos tomaron las calles. Las protestas se sucedieron y fueron calificadas como las más importantes desde la Transición. Se crearon varias plataformas, que movilizaron a miles de personas al grito de ‘No a la guerra’. El atentado del 11-M, donde murieron 190 personas y 1.200 resultaron heridas, consolidó la lucha en la calle contra una guerra ilegal. Jesús Abril, vicepresidente de la Asociación de Víctimas del 11-M, denuncia: “A mi hijo Oscar no lo mató Aznar, pero murió como consecuencia de una guerra ilegal que él declaró. Él quiso salir en la foto y las consecuencias fueron devastadoras para el pueblo iraquí y para nosotros. La mochila de mi hijo, que no llegó a la universidad, tenía todavía la pegatina del ‘No a la guerra’. Ellos tienen sus periódicos y sus púlpitos y aún hoy siguen lanzando basura sobre el atentado del 11-M”, afirma Abril. Para el catedrático Víctor Sampedro, autor del documental 13-M: Multitudes Online, las manifestaciones contra la guerra y, sobre todo, las del 13 de marzo de 2004 fueron “las más grandes de la historia contemporánea de nuestro país. Lo que ocurre entre el 11-M y el 14-M es un colapso de la esfera pública democrática porque fue incapaz de denunciar al mentiroso. Ahí cae el esquema de comunicación del miedo al intocable, el miedo a que una protesta cambie a las élites políticas que quieren controlar la esfera pública de sus ciudadanos. La gente tuvo que recurrir a la desobediencia civil del 13-M porque la manifestación del 12-M fue puramente institucional. El lema era: ‘Con las víctimas, con la Constitución y por la derrota del terrorismo’.
A la manifestación acudió por primera vez la monarquía y todas las fuerzas políticas. Lo que quieren es ocupar los medios al día siguiente, día de reflexión. Son las cibermultitudes del 13-M las que cambian los resultados de las elecciones de 2004. Ahora que se habla de Facebook, el Estado español inauguró una red social autoconvocada, fue esta red social la que salvó la democracia”.
Durante los 15 primeros días de la guerra, un grupo de brigadistas viajó hasta Iraq para documentar la violación de derechos humanos. Entre ellos, nueve activistas del Estado español. Carlos Varea, miembro de la Campaña Estatal contra la Ocupación y por la Soberanía de Iraq (CEOSI), fue uno de ellos. Documentaron más de 40 ataques a la población civil. Las entrevistas fueron realizadas a supervivientes, muchos niños y mujeres. Varea, autor del libro Muerte y éxodo: La ocupación y la violencia sectaria en Iraq, señala que en estos años “ha habido un proceso efectivo de resistencia armada en momentos donde la violencia incluso alcanzaba los 100 muertos diarios en Iraq. Ahora se vive un acercamiento entre los grupos de resistencia para la normalización del país, buscan la salida de las tropas ocupantes y el fin de la injerencia iraní”, relata Varea quien anuncia que en junio, representantes políticos de la resistencia iraquí se reunirán en el Estado español.
Dos querellas contra Aznar
La Plataforma Juicio a Aznar agrupa a varias organizaciones, 200 querellantes y a más de 26.000 ciudadanos que se han unido a la denuncia. Sus letrados, de la Asociación Libre de Abogados (ALA) , han presentado dos querellas. La primera fue desestimada por el Tribunal Supremo (TS) en 2003. La denuncia se basó, entre otros, en el artículo 63.3. de la Constitución: “Al Rey corresponde, previa autorización de las Cortes Generales, declarar la guerra y hacer la paz”. Para José Manuel Hernández, abogado de la Plataforma, el rechazo “tiene una carga política importante, pone de manifiesto la falta de independencia del poder judicial, que está sometido al poder político”.
El año pasado se interpuso la segunda querella. Entre otros argumentos, vincula la guerra y el 11-M según el artículo 590 del Código Penal: “El que con actos ilegales o que no estén debidamente autorizados provocare o diere motivo a una declaración de guerra contra España por parte de otra potencia o expusiere a los españoles (…), será castigado con la pena de prisión de ocho a quince años si es autoridad (…)”. El Supremo la ha vuelto a desestimar y han recurrido al Constitucional.
Para Lorena Ruiz-Huerta, de ALA, “las dos querellas están bien fundamentadas y hay razones más que suficientes para juzgar a Aznar por la declaración de guerra a Iraq, pero el derecho es un arma de doble filo y los poderosos lo manipulan. En las cárceles, personas que han cometido hurtos cumplen condenas de años, y políticos que declaran la guerra se van de rositas. Es difícil que el Constitucional contraríe al Supremo, sería abrir un melón… Porque el siguiente caso podría ser Afganistán”.
EN LA INTIMIDAD CON BUSH
Un mes antes de la guerra, Bush citó a Aznar en su rancho de Texas. Sus conversaciones se conocieron años después. “Es importante contar con una resolución. Sería conveniente contar en el Consejo de Seguridad con una mayoría que apoyara esa resolución. De hecho, es más importante contar con mayoría que el que alguien emita el veto. Para nosotros, actuar sin mayoría en el Consejo sería negativo”, dice Aznar, y continúa: “Necesitamos que nos ayudéis con nuestra opinión pública”. Bush: “La resolución estará hecha a la medida de lo que pueda ayudarte”. En otro momento, Aznar confiesa: “Lo que estamos haciendo es un cambio muy profundo para España. Estamos cambiando la política que el país ha seguido en los últimos 200 años”.

María José Esteso Poves
Extraídos de Patria Grande.

 

Aznar junto a otros dos de los genocidas

Con esta foto en las Azores se firma el inicio del genocidio del pueblo de Irak, aunque este genocidio estaba planeado mucho antes. Este genocidio consiste en la eliminación física de un pueblo solo por pertenecer a ese pueblo, el de Irak. Solo y exclusivamente por ese motivo, dado que como es conocido todos los motivos usados para iniciar la guerra son falsos, por lo tanto la muerte de miles de iraquíes (difícil de precisar) se debe a la persecución de un fin genocida.